El 1 de agosto se celebrará el centenario de la apertura, en la isla de Brownsea, en Inglaterra, del primer campo scout, organizado por Lord Baden-Powel. Con este motivo, todas las personas, jóvenes y adultos, que en el mundo un día han pronunciado la promesa scout serán invitadas, individualmente o en grupo, a renovarla y ofrecer un gesto de paz, subrayando cómo la vocación de «artesano de paz» está ligada al ideal scout.
Desde hace un siglo, a través del juego, la acción, la aventura, el contacto con la naturaleza, la vida de equipo y el servicio a los demás, se ofrece una formación integral a todos los que se unen al scoutismo.
Fecundado por el Evangelio, el scoutismo no es sólo un lugar de auténtico crecimiento humano, sino también el lugar de una propuesta cristiana fuerte y de una verdadera maduración espiritual y moral, así como de un auténtico camino de santidad.
Hay que recordar, como subrayaba el padre Jacques Sevin, S.I, fundador del scoutismo católico, que «la santidad no tiene tiempo ni uniforme». El sentido de responsabilidad que despierta la pedagogía scout lleva a una vida en la caridad y al deseo de ponerse al servicio del prójimo, a imagen de Cristo servidor, basándose en la gracia que ofrece Cristo, en particular a través de los sacramentos de la Eucaristía y del Perdón.